Las fantásticas características que
identifican y diferencian a los equipos electrónicos de Apple tienen a la
mayoría de los ciber obsesivos al borde de la cornisa.
Vender un riñón por una iPad 2,
hacer innumerables filas para adquirir un iPhone de última gama o viajar miles
de kilómetros para tener un equipo con antelación, son las tantas demencias que
han sido causadas por el inevitable deseo posterior al morder la manzana.
¿La Apple manía nos ha ejecutado el
interés de comunicarnos face to face? ¿Los grandes avances en materia de
tecnología nos han acabado las ganas de hacer y de pensar? Pues en mi concepto,
sí.
Se me hace inmensurable que un niño
venda uno de sus riñones para poder obtener el ordenador de sus sueños,
mientras debería estar jugando con las canicas o quizá saltando la cuerda.
La tecnología nos está carcomiendo
la piel poco a poco, y nos mata las neuronas como un veneno en la sangre. A
pesar de la supuesta favorabilidad de los mass media al darnos la posibilidad
de relacionarnos sin estar frente a frente, este fenómeno nos lava el cerebro
minuto a minuto.
Es intolerante que las personas ni
siquiera concilien el sueño por estar atentos a un dispositivo móvil o quizá que
las relaciones personales se estén deteriorando por la receptividad. “Hoy estoy
a tu lado, pero sólo es mi cuerpo, porque mi mente está vagando en la web.”
No estoy en contra de las nuevas
tecnologías, pero sí con su inadecuado uso. Este proceso debería ser menos
prolifero. Ahora cualquier actividad es utilizada como pieza de consumo.
Necesitamos depurar nuestro cerebro,
ésta intoxicación nos está manejando. “Si yo soy lo que tengo, y si lo que
tengo se pierde, entonces ¿quién soy?”- Erich Fromm
Necesitamos valorarnos más como
personas ¡por favor!
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