...Tumbado en el lecho que te acoge cuando llega el crepúsculo,
te admiro empecinadamente, como si alguna imprecación se fuera apoderado de
mí. Es así, estoy poseída por tu ser. No
puedo dejar de idearte, cuando hago el mínimo intento, tú llegas tan impávido
como siempre y yo caigo ante ti una vez más.
Tan callado, como si te arrullaran los brazos de óbito, te
miro intensamente. ¿Sera que habré pasado por algún rincón de tu placido sueño?
Quizás, sólo quizás. Verte dormir es lo mejor que me puede acaecer. Te gozo de
pies a cabezas. ¿Raro no? Es imposible dudar de su excentricidad, si desde que
vi tu intimidante sonrisa comenzó la historia más peculiar que hayamos podido
ver. Con tan sólo pensar que se me prohíba no poder tomarme todo tu ser y
disfrutar de tu cuerpo es la expiración de mi alma.
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