No sé si desconcertarme o
simplemente aceptar la realidad, pero al parecer el mundo es toda una ruleta.
Uno no sabe cuándo va a salir victorioso o en su defecto un total perdedor. Y lo más soberbio del caso es que quienes
apuestan todas sus fichas, terminan perdiéndolo todo, y quien solo llega a
triunfar es el que nunca le intereso la buena paga. ¡Qué ironía! Fracasado por
bueno y campeón por canalla. ¿Dónde quedó el resultado del famoso proverbio de “El
que obra mal, le va mal”? Ha quedado solo en palabras, no sé si atribuirle la
desgracia al destino o a la suerte de la ruleta. Lo único cierto es que no hay
mejor regalo para el que lo aposto todo que la satisfacción de saber que eres
un vencedor. La ruleta de la vida hoy te quita tus mejores fichas, pero mañana
te deja una buena dosis de experiencia. ¡Viva la vida!
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