viernes, 12 de julio de 2013

Oficialmente Ciudadana

Por: Melissa Useche Miranda

Estrenándome como ciudadana oficial en las elecciones atípicas de Cartagena



Después de una larga espera de años, unas cuantas espinillas y una posición definida, por fin puedo tener el desagradable privilegio de votar en las elecciones atípicas de mi contaminada Cartagena.
Hace algunos días, corrí a la Registraduría de Cartagena en medio del calor aberrante que nos ataca, pretendiendo averiguar de la ya existencia de mi cédula. Debo confesar que realmente me urgía tenerla en mis manos y no para entrar sin miedo a bares y a discotecas, sino para llevar a la acción el derecho y deber de elegir y ser elegido. Sí, aunque no lo crean, lo deseaba, a pesar de que muchos no le presten ni cinco de atención al asunto o mucho peor, algunos lo vendan para tener en manos cuarenta mil pesos para el fin de semana, y eso, eso es entendible pero muy discutible.

Después de avergonzarme de mi horrible cara en la foto de la cédula empecé a pensar seriamente en quién iba a consumar la administración de Cartagena. Y taraaaan… ¿con qué me encuentro?, ¿qué están viendo mis ojos? Pretendo hacerme la impresionada, pero fallo en el intento. La situación que vivo ahora es tan típica como lo que sucederá el domingo. No quiero ser ave de mal agüero, pero la suerte está echada.
Sinceramente es decepcionante que me toque participar por fin activamente en esta maldita democracia y no tengo ni las más mínimas garantías para hacerlo. La ciudad está sucia, mal oliente y contaminada, física y visualmente; gracias a unos sujetos que dicen querer trabajar por La Heroica a disposición del pueblo y no han sido escogidos aún y ya la tienen vuelta un basurero. ¡BASTA DE TANTA MENTIRA!

¿Cómo pretenden que uno les crea sus farsantes propuestas si comenzando la campaña política infringen los decretos que regulan a las propagandas electorales? Como dijo un amigo: “...lo que nos obliga a una reflexión oportuna y simple; no les interesa la ciudad, sino el botín que representa la alcaldía de Cartagena…”a sabiendas de todo el dinero invertido en esta publicidad. ¿Cuánto? Como unos cuatrocientos milloncitos, que bastante que le hacen falta a la Ciudad.  

Y aún mi pregunta seguía sin respuesta: ¿En quién voy a consumar la administración de Cartagena? La carta de opciones seguía siendo limitada y pobre. ¿Por quién votaré? Por María del Socorro Bustamante, una mujer que no me causa la más mínima espina cuando llena de publicidad a una ciudad que está que vomita de tanta contaminación. Una mujer que tiene relaciones con la Gata y sus presuntos vínculos paramilitares. Una mujer que se aferra de  palabras rebuscadas y sin contexto para enamorar con discursos tan generales que quedan en la repetición de palabras y que supuestamente cuentan con el apoyo de los históricos García. Y donde me dejas a Dionisio Vélez, que dice que su campaña es financiada con “recursos propios”, los cuales oscilan entre 267,776,333.00 millones de pesos invertidos en publicidad. Eso es incoherencia definitivamente, le aconsejo que se convierta en Robín Hood, para ver si con esos “recursos propios” ayuda a los pobres. Además, que supuestamente cuenta con el aval de Los Curi y los políticos Blel, que joyitas. Y qué decir del aspirante Miguel Navas, que no es capaz de sostener un discurso político y con un pasado gris acuestas, todos sabemos del dinero que robo en su periodo como gobernador. Por último y no menos importante, Wilson Borja, un ilustrador de ideas fantásticas pero realizables, que tiene un plan de desarrollo y acción bien elaborado y con ansias de denuncia, que respeta el decreto de la publicidad en campaña electoral pero que  también está salpicado de Farcpolítica.

¿Y ahora quién nos podrá defendernos? ¿El voto en blanco? arriesgándonos a la posibilidad de que los próximos candidatos también sean avalados como aves de rapiña por los mismos gremios corruptos de épocas tras épocas.
Finalmente en mi humilde inexperiencia en participación política comparto esta afirmación: “Y si los cartageneros y cartageneras alientan aun la dignidad de las “águilas caudales”, Cartagena bien vale un voto por Wilson Borja Díaz.” –Cristo Rafael García.



Yo estrenaré mi cédula con Wilson Borja, ¿y tú?

CARICATURA Emmanuel Vidal (El Universal)

sábado, 11 de mayo de 2013

¿Dónde está Ricardo?


En conmemoración al cumpleaños del periodista, docente e investigador Ricardo Chica Geliz. 

Nadie lo sabe. Quizás está ocupado, quizás está en camino o  quizás está educando. Sí, él es Chica, el maestro de muchos y el profesor de pocos. Quienes lo conocemos admiramos su fantástica labor de enseñanza y sobre todo, el incomparable amor por su labor. Él es Chica, el hombre de la vestimenta desarreglada, ese que no pasa inadvertido entre la concurrencia, ese que sin querer atrae las miradas hacia su particular  forma de expresión, ese es mi maestro.
Foto: El Universal (Cartagena)

Él es Chica, el responsable del sentimiento de esperanza de muchos de sus discípulos por querer salvar este platanal pelle y hediondo, ese al que puedes escucharlo las 24 horas del día y no habrá ningún gesto de fastidio. Él es Chica, amante  y obsesivo conocedor del cine, ese con un corazón que bombea periodismo  y sufre como pocos cartageneros en la pugna contra el mayor atacante del Corralito, la desigualdad.
Él es Chica, el impuntual por naturaleza, ese que tiene una constante disputa con el reloj y que es conocido por su expresión facial amable. Él es Chica, el hombre inagotable que tiene una carga de energía para cada situación y el gitano por excelencia que existe en los lugares imprescindibles que viaja en el tiempo a través de su “chica móvil”. Él es Chica, el ambulante periodista, ese que entiende a la perfección la acción y vocación de educar. ¡Gracias Maestro! 

domingo, 17 de marzo de 2013

Alma desnuda

La utópica imagen que reflejo... 

Camina rápidamente con la cabeza gacha, atada a su complejo de avestruz. Un par de miradas la acechan frente a frente, pero ella sin querer sigue ignorando a todos en su paso. Odiada por muchos y amada por pocos, la niña bonita de los cabellos dorados. Ella, la del tono de voz alto con fonemas hechizados por la grosería, etimológicamente conocida por su actitud defensiva, que cada vez que a su parecer algo no es justo, se manifiesta enfáticamente irradiada por la sinrazón de su opinión.


Ella, la de la expresión facial enfurecida es catalogada como la mujer antipatía; su basta timidez oscura le impide ser sociablemente agradable, sin embargo todos insisten en su brillante hostilidad. Fuerte y sin miedo a nada, quizás algunos afirmarán, sin pelos en la lengua pero con miedo al qué dirán. Complicada por excelencia, naturalmente con sangre negativa en las venas. En su afán por la perfección, siempre tiene un pero como contraataque y las consecuencias no son concebidas solo al hablar. Directa con sus pensamientos realistas alarmantes y enamorada de los animales. Amante fervorosa de la justicia, grita, pelea y hasta llora por hacerla lograr, encasillada locamente por algunos bajo la nomenclatura efusiva de Policarpa Salavarrieta. Aparentemente fuerte, pero peculiar en fragilidad; se quiebra como galleta cuando falla y atada a sus lágrimas suspicaces, llorona en especialidad. 

lunes, 11 de marzo de 2013

Político lustrador


Innatos lustradores de zapatos, que embellecen hasta el calzado más veterano, artistas de Betún y brillo que esperan incansables un par de botas deslucidas con las que puedan llevar un bocado de pan a la casa.  Sentados encima de una pequeña caja de madera, que guarda valiosa información histórica de Cartagena, se agrupan en el trascendental Parque Simón Bolívar a engalanar los zapatos de los ufanados caminantes de paso hasta del turista desubicado,  llegando al político electo de la crema y nata de la ciudad.  Figuras ornamentales de la plaza limpian con agilidad el cuero mugriento en menos de quince minutos, ganándose dos mil pesos para su ancho bolsillo.

 Juan Castro, es uno de los emblemáticos ‘emboladores’ de Cartagena, que con tan solo 47 años de experiencia, absorbe el aroma penetrante del betún fresco desde que ve el primer rayo del sol en la mañana. Comenzó ésta labor a los quince años de edad, cuando salía de clases a las nueve de la noche del famoso colegio San Francisco, que quedaba frente al Camellón de los Mártires, donde constantemente transcurrían los embellecedores de zapatos de la ciudad. Fue a través de un amigo que le prestaba su caja mágica para ganarse unos ‘pesos’ en el tiempo libre. Con los días, el pasatiempo se fue convirtiendo en una ocupación, que gracias a la facilidad de conseguir dinero de manera sencilla, se terminó ‘amañando’ a la faena.  Juan evoca al dicho “en casa de herrero, cuchillo de palo”, con sus zapatos deportivos gastados y con color opaco, se acomoda rápidamente y sigue brillando el cuero. Normalmente llega a su hogar con escasos quince mil pesos, los que son administrados por su ama de casa: su adorada esposa, que lo acompaña en el paso de los años. Atraído por la sinceridad y humildad que lo conduce, manifiesta su profundo respeto por los turistas, considerándolos como el elemento primordial para su trabajo, cobrándoles el precio correcto; no se deja guiar por las fatídicas ansias de dinero, simplemente hace un trabajo “bueno” creando en el nuevo cliente la sensación de dicha, y no con las perversas intenciones que tienen otros lustradores: “Yo no retiro al cliente, yo hago un buen trabajo para que me vuelva a buscar, mientras que otros los botan cobrándoles más caro. Ese es el secreto que no quiero que se enteren.” 

El negocio de los fantásticos embellecedores de zapatos ha bajado, en la plaza, los mayores clientes eran los políticos poderosos del Consejo, pero su reubicación creo una depreciación de la cantidad de trabajo. Por otra parte, el consumismo desmesurado ha cambiado las costumbres de la sociedad, “Antes la buena presencia de una persona dependía de unos excelentes zapatos de cuero, ahora no: “En otros tiempos yo me sentaba en la caja a las ocho de la mañana y me paraba sino hasta las nueve de la noche. ¿Ahora? Ahora me ‘cabeceo’  del sueño de estar sin hacer nada.”


Emprendedor como típico colombiano, Juan trabaja todos los días de la semana. Los domingos son los mejores días, trabaja a domicilio para la elite del barrio Bocagrande, y aun así, sigue cobrando los mismos dos mil pesos. Y al final de jugarreta, se va a casa con ochenta mil pesos, triplicando lo de un día normal.

Soñador empedernido con la política, una tarea que está unida al poder corrupto: “La política es pura apariencia, el que actúe bien en ese gremio, no come”. La política para Juan, es una labor ligada a los lustrabotas, en una época  llegó a hacer parte de ella en algún día de locura. Anduvo con Javier Cáceres, y vio ante sus sinceros ojos como se “robaban a Cartagena”, llegando a tomar su ‘tajada’ de la repartición de bienes, al ser el amigo de confianza. “A los políticos no hay que creerles, son una mafia; un día me mandaron a botar como cien hojas de vida, increíble como engañan a la gente.” 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Algo me falta, me faltas tú


Algo me falta, quizás el coraje de ser feliz, pero algo me falta. Serás esa gota que basta para que la copa esté llena, pero algo me falta. Algo me falta, quizás el calor de tus manos en mi alma, pero algo me falta. Serás mi salvación y fervor hacia la paz, pero algo me falta… te busco, te encuentro y me pierdo. ¿Qué pasa? Algo me falta. Algo me falta, quizás fe permanente que me impida dar un paso atrás, pero algo me falta. Serás la partícula de oxigeno que me basta para respirar, pero algo me falta. Algo me falta, quizás todo lo que necesito, pero algo me falta. Serás mi única razón, pero algo me falta… te busco, te encuentro y me pierdo. ¿Qué pasa? Algo me falta. Algo me falta, quizás el calmante de tu voz, pero algo me falta. Serás la gloria en las montañas, pero algo me falta. Algo me falta, quizás voluntad para arrodillarme ante ti, pero algo me falta. ¿Qué pasa? Algo me falta. Algo me falta, quizás amor para acabar con el rencor, pero algo me falta. Serás la confianza para emprender mi camino, pero algo me falta. Algo me falta, me faltas tú JESÚS en mi corazón. 

martes, 5 de febrero de 2013

Obesidad Colombiana



La sociedad actual se jacta de la pornomiseria como el pan de cada día. Sin un centavo en los bolsillos consiguen su primer bocado de la mañana: el consumismo. Un desayuno que abruptamente convierte al televidente en un obeso de tiempo completo. Desde el postmodernismo hasta el hoy por hoy, el ser humano se ha convertido en una mercancía. Mercancía que se complace de ver desfilar ante sus ojos las fatalidades del mundo contemporáneo.


Bocadillos como  Geordi Shore, generan emociones ante supuestas realidades vigentes, confiando en el montaje que estos nos presentan. Geordi Shore nos importa desde  el amado cauce de la era del espectáculo: el producto americano e ingles; una realidad que gira en torno al sexo, a la no censura y a la provocación con estereotipos marcados.

Me parece aberrante y absurdo que la sociedad colombiana este gordita, gracias a los postres que vende el capitalismo. Es un poco preocupante por no decir extremadamente atroz, el hecho que un niño de doce años forje su juventud con la ejemplificación de un reality que valora más unos músculos que la cultura intelectual. Y quizás mucho peor,  ufanarse con mujeres que beben licor como el elixir de la vida eterna. Un programa que te manifiesta a gritos: si tienes un par de senos voluptuosos, te gusta la vida loca tipo Ricky Martín y dices mil palabras obscenas por segundo: felicidades, triunfaste en la historia. Sólo me queda decir: agárrense los calzones que esto se pone peligroso.

lunes, 21 de enero de 2013

Somos uno solo, pero somos distintos

Somos uno solo, pero somos distintos.


Somos fe desmedida, pero somos distintos, él invidente y yo experimental.

Somos un error improvisado, pero somos distintos, él escape y yo confrontación.

Somos historia escrita, pero somos distintos, él momentos y yo letras.

Somos melodía adorada, pero somos distintos, él cuerdas y yo percusión.

Somos escalera en ascenso, pero somos distintos, él velocidad y yo pausa.

Somos tiempo de arena, pero somos distintos, él 70’s y yo 90’s.

Somos abrigo protector, pero somos distintos, él clásico y yo vanguardia.

Somos justicia empedernida, pero somos distintos, él discreción y yo precipitación.

Somos guerreros por amor, pero somos distintos, él coraza y yo espada.

Somos uno, pero somos distintos. 

viernes, 11 de enero de 2013

Creer, cualidad de lunáticos








¿Cómo creer en un mundo de escépticos que solo profesan fidelidad a lo que ven? ¿Cómo creer en seres que le hacen culto a la falsedad y sin pensarlo te dan una bofetada de hipocresía? Simple y sencillamente convertirse en lunáticos sujetos al fervor de un amor verdadero.










Fe, confianza o quizás ingenuidad, cualidades apasionadas de creer sin ver. El primero es resultado de aceptar con certeza lo que se espera y no se puede contemplar. El segundo es la acción favorable de aguardar los buenos actos yacidos en el otro. El tercero y por último el más suspicaz, desconocimiento de razón por falta de experiencia. Como quiera que sean denominados… hoy día la acción del verbo creer está en vía de extinción. Y no sé si por falta de huevas para defender los ideales, o miedo a ser rechazados por nuestros anhelos. De lo que sí estoy consiente es que la producción de dicha maniobra necesita velozmente una venda para tapar nuestros ojos, y un escudo contra las piedras lanzadas de los fracasados por excelencia. El creer es una cualidad de los lunáticos expertos, ellos intentan e intentan una vez más incansablemente; no esperan resultados, solo se guían por el mejor indicador: el amor. El motivo que los convierte en niños esperando el vuelo hacía el país de nunca jamás.



Pero solo tú decides quien ser: Peter Pan, el creyente lunático, o El escéptico que lanza piedras desde las gradas. Eso sí, no esperes que te comprendan y te entiendan, ellos solo miran el espectáculo desde las afueras del telón. 

martes, 8 de enero de 2013

Melancolía de septiembre



El sol detonaba centenares de rayos de luz tan fugaces como persistentes. Las pupilas de mis ojos se contraían con la fuerza de la luminiscencia. Era imposible intentar observar las moradas que se postraban a mi derecha tratando de esquivar la candela del alba. Las murallas que recorría impacientemente, eran tan fornidas como mis pequeños luceros al no intentar derramar la más mínima gota de impotencia. Trataba de seguir el rumbo, capturando trozos de realidad, pero era inútil tratar de evadir mi propia verdad. 

El vasto cielo celeste a diferencia de días atrás, estaba más despejado que nunca. A través de un par de anteojos rojos que hacían juego con mi sostén, podía admirar un hermoso amanecer.
Sin saber el porqué, los pasos que recorría se me hacían todos tan semejantes a pesar de los cambios en el espacio. Trataba de poner mi imaginación a flor de piel, pero era inviable.
Me detuve a admirar el extenso mar, estaba tan callado y discreto que no me decía ni la más mínima expresión; al parecer compartía mi desdicha. Solo escuchaba los ecos de mi silencio que por momentos se perturbaban con los vánales chillidos de las máquinas de las metrópolis.  Transportes que no compaginaban con las inmensas palmeras y sus caminos de arenas. Sí, Cartagena se había convertido en toda una urbe con humo hasta las ancas.


Finalmente no pude contener mi melancolía, y las pisadas se me hacían cada vez más eternas. Quería volar como las mariamulatas que sobrevolaban entre las gotas de mi cielo entorpecido por la aflicción.
No me quedó más que invadir las callejuelas de La Heroica por miles de insostenibles sentimientos que me atormentaban. La lluvia que cambió por completo el clima de la mañana me acompañaba en el mar de lágrimas. Quizás, solo quizás, otro día pueda apreciar de mejor manera Mi Corralito de Piedra.   

La infiel galardonada



No sé si desconcertarme o simplemente aceptar la realidad, pero al parecer el mundo es toda una ruleta. Uno no sabe cuándo va a salir victorioso o en su defecto un total perdedor.  Y lo más soberbio del caso es que quienes apuestan todas sus fichas, terminan perdiéndolo todo, y quien solo llega a triunfar es el que nunca le intereso la buena paga. ¡Qué ironía! Fracasado por bueno y campeón por canalla. ¿Dónde quedó el resultado del famoso proverbio de “El que obra mal, le va mal”? Ha quedado solo en palabras, no sé si atribuirle la desgracia al destino o a la suerte de la ruleta. Lo único cierto es que no hay mejor regalo para el que lo aposto todo que la satisfacción de saber que eres un vencedor. La ruleta de la vida hoy te quita tus mejores fichas, pero mañana te deja una buena dosis de experiencia. ¡Viva la vida! 

Manzana mordida.


El fenómeno de la manzana mordida ha convertido a más de uno en Blanca nieves.

Las fantásticas características que identifican y diferencian a los equipos electrónicos de Apple tienen a la mayoría de los ciber obsesivos al borde de la cornisa.

Vender un riñón por una iPad 2, hacer innumerables filas para adquirir un iPhone de última gama o viajar miles de kilómetros para tener un equipo con antelación, son las tantas demencias que han sido causadas por el inevitable deseo posterior al morder la manzana.
¿La Apple manía nos ha ejecutado el interés de comunicarnos face to face? ¿Los grandes avances en materia de tecnología nos han acabado las ganas de hacer y de pensar? Pues en mi concepto, sí.

Se me hace inmensurable que un niño venda uno de sus riñones para poder obtener el ordenador de sus sueños, mientras debería estar jugando con las canicas o quizá saltando la cuerda.

La tecnología nos está carcomiendo la piel poco a poco, y nos mata las neuronas como un veneno en la sangre. A pesar de la supuesta favorabilidad de los mass media al darnos la posibilidad de relacionarnos sin estar frente a frente, este fenómeno nos lava el cerebro minuto a minuto.

Es intolerante que las personas ni siquiera concilien el sueño por estar atentos a un dispositivo móvil o quizá que las relaciones personales se estén deteriorando por la receptividad. “Hoy estoy a tu lado, pero sólo es mi cuerpo, porque mi mente está vagando en la web.”

No estoy en contra de las nuevas tecnologías, pero sí con su inadecuado uso. Este proceso debería ser menos prolifero. Ahora cualquier actividad es utilizada como pieza de consumo.
Necesitamos depurar nuestro cerebro, ésta intoxicación nos está manejando. “Si yo soy lo que tengo, y si lo que tengo se pierde, entonces ¿quién soy?”- Erich Fromm


Necesitamos valorarnos más como personas ¡por favor! 

Perdida.


Y ella sigue perdida, mientras el viento acaricia vertiginosamente sus mejillas, de un lado a otro se pasea por la soledad de su firmamento. El silencio de una cálida mañana se transfigura en insignificantes gotas de sudor, recorriendo el camino excéntrico de su cuello. Una a una, dominan su cuerpo, con ganas de engullirse en todo su ser. En una larga contienda, se debaten las pequeñas secreciones con la imparable brisa que las ataca velozmente y a pesar de la disputa, ella sigue perdida en el banal horizonte de la vereda. Y el combate sigue, las melenas de sus cabellos intentan detener el rumbo de sus luceros, plácidamente se anteponen ante las estrellas de color café con la imbatible ayuda de un ligero soplo, y ella sigue perdida.

Perdida, camina lentamente en una travesía sin fin. Sin rocas que impidan su paso, ella se funde en un llano y solitario viaje. Quizás el camino sea algo misterioso, quizás ella solo quiera extraviarse. Cuando el desconcierto la aflige, a ella solo le queda volar. A veces vagar en las sendas atroces de la indiferencia, resulta ser más fácil que el enfrentamiento engorroso de la venenosa duda. Y ella sigue perdida.

Perdida, al borde de la cornisa; con ganas de fundirse en los chillidos y voces  que atacan el alma, queriendo que su realidad sea como ella anhela, pero sigue caminando aturdida por el resplandor que opaca su andar. ¿Retornar o seguir el rumbo? Era una de las tantas fluctuaciones que la mantenían en un vaivén constante. Y ella sigue perdida.
Su único adversario eran las lágrimas, esas que en algunos siempre resultan ganadoras. Esas que conocen los rincones más recónditos de nuestro yacer. Sollozos que no son de cocodrilos, gotas que a la final están compuestas de castos sentimientos. Y ella sigue perdida.

Pero como el destino nunca falta, ésta y tantas veces sigue haciendo de las suyas. El misterioso recorrido sin fin, resulto tener colofón y ella no tuvo más opción que regresar a su savia habitual. La mirada regreso a su normalidad, y los luceros color café solo les quedó mirar hacia adelante e ignorar la venenosa incertidumbre que intentaba matarlos paulatinamente. 

lunes, 7 de enero de 2013

Fabulosa excentricidad.

...Tumbado en el lecho que te acoge cuando llega el crepúsculo, te admiro empecinadamente, como si alguna imprecación se fuera apoderado de mí.  Es así, estoy poseída por tu ser. No puedo dejar de idearte, cuando hago el mínimo intento, tú llegas tan impávido como siempre y yo caigo ante ti una vez más.




Tan callado, como si te arrullaran los brazos de óbito, te miro intensamente. ¿Sera que habré pasado por algún rincón de tu placido sueño? Quizás, sólo quizás. Verte dormir es lo mejor que me puede acaecer. Te gozo de pies a cabezas. ¿Raro no? Es imposible dudar de su excentricidad, si desde que vi tu intimidante sonrisa comenzó la historia más peculiar que hayamos podido ver. Con tan sólo pensar que se me prohíba no poder tomarme todo tu ser y disfrutar de tu cuerpo es la expiración de mi alma.

Malditas Cucarachas.




Mi cabeza, cueva de cucarachas malignas y perturbadoras de la paciencia. Cucarachas, esas malditas hijas de los escépticos que me roban hasta el último trozo de mi tranquilidad y que me hacen parecer un payaso con el rostro pintado de la complicación. Complicación, mi segundo nombre, el adjetivo que convierte el día más brillante en la obscuridad de una fría noche. Caminan impacientes, como hormigas en busca de migajas. Migajas que caen sobre mi mente una sobre otra, apilándose en enormes dudas impacientes. Dudas que recorren cada parte de mi ser y me convierten en un monstruo desconfiado y temeroso hasta de sus propios temores. Temores, los frutos de mis cucarachas; me doblan, me tumban y luego me incitan a parecer normal. Malditas hipócritas, me provocan un caos y al final me susurran que todo es mentira.  Es que esta fornida adicción me tiene las aguas del miedo hasta el cuello. No quiero ahogarme en ellas, quiero flotar  zambullir en las profundidades de la desdicha  a esos perversos insectos y que así finalmente mueran. Confianza, la solución a mis dañinos problemas; el insecticida perfecto para acabarlas. Tan efectivo y tan caro, tan difícil de adquirir y tan fácil de recibir. Contradicciones que me carcomen el alma. Alma, tan pura  y tan enamorada, apasionada y obsesionada, sumerge las cucarachas en la calma, disfruta de tu idilio y hazme sana de esa obstinación.