viernes, 12 de julio de 2013

Oficialmente Ciudadana

Por: Melissa Useche Miranda

Estrenándome como ciudadana oficial en las elecciones atípicas de Cartagena



Después de una larga espera de años, unas cuantas espinillas y una posición definida, por fin puedo tener el desagradable privilegio de votar en las elecciones atípicas de mi contaminada Cartagena.
Hace algunos días, corrí a la Registraduría de Cartagena en medio del calor aberrante que nos ataca, pretendiendo averiguar de la ya existencia de mi cédula. Debo confesar que realmente me urgía tenerla en mis manos y no para entrar sin miedo a bares y a discotecas, sino para llevar a la acción el derecho y deber de elegir y ser elegido. Sí, aunque no lo crean, lo deseaba, a pesar de que muchos no le presten ni cinco de atención al asunto o mucho peor, algunos lo vendan para tener en manos cuarenta mil pesos para el fin de semana, y eso, eso es entendible pero muy discutible.

Después de avergonzarme de mi horrible cara en la foto de la cédula empecé a pensar seriamente en quién iba a consumar la administración de Cartagena. Y taraaaan… ¿con qué me encuentro?, ¿qué están viendo mis ojos? Pretendo hacerme la impresionada, pero fallo en el intento. La situación que vivo ahora es tan típica como lo que sucederá el domingo. No quiero ser ave de mal agüero, pero la suerte está echada.
Sinceramente es decepcionante que me toque participar por fin activamente en esta maldita democracia y no tengo ni las más mínimas garantías para hacerlo. La ciudad está sucia, mal oliente y contaminada, física y visualmente; gracias a unos sujetos que dicen querer trabajar por La Heroica a disposición del pueblo y no han sido escogidos aún y ya la tienen vuelta un basurero. ¡BASTA DE TANTA MENTIRA!

¿Cómo pretenden que uno les crea sus farsantes propuestas si comenzando la campaña política infringen los decretos que regulan a las propagandas electorales? Como dijo un amigo: “...lo que nos obliga a una reflexión oportuna y simple; no les interesa la ciudad, sino el botín que representa la alcaldía de Cartagena…”a sabiendas de todo el dinero invertido en esta publicidad. ¿Cuánto? Como unos cuatrocientos milloncitos, que bastante que le hacen falta a la Ciudad.  

Y aún mi pregunta seguía sin respuesta: ¿En quién voy a consumar la administración de Cartagena? La carta de opciones seguía siendo limitada y pobre. ¿Por quién votaré? Por María del Socorro Bustamante, una mujer que no me causa la más mínima espina cuando llena de publicidad a una ciudad que está que vomita de tanta contaminación. Una mujer que tiene relaciones con la Gata y sus presuntos vínculos paramilitares. Una mujer que se aferra de  palabras rebuscadas y sin contexto para enamorar con discursos tan generales que quedan en la repetición de palabras y que supuestamente cuentan con el apoyo de los históricos García. Y donde me dejas a Dionisio Vélez, que dice que su campaña es financiada con “recursos propios”, los cuales oscilan entre 267,776,333.00 millones de pesos invertidos en publicidad. Eso es incoherencia definitivamente, le aconsejo que se convierta en Robín Hood, para ver si con esos “recursos propios” ayuda a los pobres. Además, que supuestamente cuenta con el aval de Los Curi y los políticos Blel, que joyitas. Y qué decir del aspirante Miguel Navas, que no es capaz de sostener un discurso político y con un pasado gris acuestas, todos sabemos del dinero que robo en su periodo como gobernador. Por último y no menos importante, Wilson Borja, un ilustrador de ideas fantásticas pero realizables, que tiene un plan de desarrollo y acción bien elaborado y con ansias de denuncia, que respeta el decreto de la publicidad en campaña electoral pero que  también está salpicado de Farcpolítica.

¿Y ahora quién nos podrá defendernos? ¿El voto en blanco? arriesgándonos a la posibilidad de que los próximos candidatos también sean avalados como aves de rapiña por los mismos gremios corruptos de épocas tras épocas.
Finalmente en mi humilde inexperiencia en participación política comparto esta afirmación: “Y si los cartageneros y cartageneras alientan aun la dignidad de las “águilas caudales”, Cartagena bien vale un voto por Wilson Borja Díaz.” –Cristo Rafael García.



Yo estrenaré mi cédula con Wilson Borja, ¿y tú?

CARICATURA Emmanuel Vidal (El Universal)

sábado, 11 de mayo de 2013

¿Dónde está Ricardo?


En conmemoración al cumpleaños del periodista, docente e investigador Ricardo Chica Geliz. 

Nadie lo sabe. Quizás está ocupado, quizás está en camino o  quizás está educando. Sí, él es Chica, el maestro de muchos y el profesor de pocos. Quienes lo conocemos admiramos su fantástica labor de enseñanza y sobre todo, el incomparable amor por su labor. Él es Chica, el hombre de la vestimenta desarreglada, ese que no pasa inadvertido entre la concurrencia, ese que sin querer atrae las miradas hacia su particular  forma de expresión, ese es mi maestro.
Foto: El Universal (Cartagena)

Él es Chica, el responsable del sentimiento de esperanza de muchos de sus discípulos por querer salvar este platanal pelle y hediondo, ese al que puedes escucharlo las 24 horas del día y no habrá ningún gesto de fastidio. Él es Chica, amante  y obsesivo conocedor del cine, ese con un corazón que bombea periodismo  y sufre como pocos cartageneros en la pugna contra el mayor atacante del Corralito, la desigualdad.
Él es Chica, el impuntual por naturaleza, ese que tiene una constante disputa con el reloj y que es conocido por su expresión facial amable. Él es Chica, el hombre inagotable que tiene una carga de energía para cada situación y el gitano por excelencia que existe en los lugares imprescindibles que viaja en el tiempo a través de su “chica móvil”. Él es Chica, el ambulante periodista, ese que entiende a la perfección la acción y vocación de educar. ¡Gracias Maestro! 

domingo, 17 de marzo de 2013

Alma desnuda

La utópica imagen que reflejo... 

Camina rápidamente con la cabeza gacha, atada a su complejo de avestruz. Un par de miradas la acechan frente a frente, pero ella sin querer sigue ignorando a todos en su paso. Odiada por muchos y amada por pocos, la niña bonita de los cabellos dorados. Ella, la del tono de voz alto con fonemas hechizados por la grosería, etimológicamente conocida por su actitud defensiva, que cada vez que a su parecer algo no es justo, se manifiesta enfáticamente irradiada por la sinrazón de su opinión.


Ella, la de la expresión facial enfurecida es catalogada como la mujer antipatía; su basta timidez oscura le impide ser sociablemente agradable, sin embargo todos insisten en su brillante hostilidad. Fuerte y sin miedo a nada, quizás algunos afirmarán, sin pelos en la lengua pero con miedo al qué dirán. Complicada por excelencia, naturalmente con sangre negativa en las venas. En su afán por la perfección, siempre tiene un pero como contraataque y las consecuencias no son concebidas solo al hablar. Directa con sus pensamientos realistas alarmantes y enamorada de los animales. Amante fervorosa de la justicia, grita, pelea y hasta llora por hacerla lograr, encasillada locamente por algunos bajo la nomenclatura efusiva de Policarpa Salavarrieta. Aparentemente fuerte, pero peculiar en fragilidad; se quiebra como galleta cuando falla y atada a sus lágrimas suspicaces, llorona en especialidad. 

lunes, 11 de marzo de 2013

Político lustrador


Innatos lustradores de zapatos, que embellecen hasta el calzado más veterano, artistas de Betún y brillo que esperan incansables un par de botas deslucidas con las que puedan llevar un bocado de pan a la casa.  Sentados encima de una pequeña caja de madera, que guarda valiosa información histórica de Cartagena, se agrupan en el trascendental Parque Simón Bolívar a engalanar los zapatos de los ufanados caminantes de paso hasta del turista desubicado,  llegando al político electo de la crema y nata de la ciudad.  Figuras ornamentales de la plaza limpian con agilidad el cuero mugriento en menos de quince minutos, ganándose dos mil pesos para su ancho bolsillo.

 Juan Castro, es uno de los emblemáticos ‘emboladores’ de Cartagena, que con tan solo 47 años de experiencia, absorbe el aroma penetrante del betún fresco desde que ve el primer rayo del sol en la mañana. Comenzó ésta labor a los quince años de edad, cuando salía de clases a las nueve de la noche del famoso colegio San Francisco, que quedaba frente al Camellón de los Mártires, donde constantemente transcurrían los embellecedores de zapatos de la ciudad. Fue a través de un amigo que le prestaba su caja mágica para ganarse unos ‘pesos’ en el tiempo libre. Con los días, el pasatiempo se fue convirtiendo en una ocupación, que gracias a la facilidad de conseguir dinero de manera sencilla, se terminó ‘amañando’ a la faena.  Juan evoca al dicho “en casa de herrero, cuchillo de palo”, con sus zapatos deportivos gastados y con color opaco, se acomoda rápidamente y sigue brillando el cuero. Normalmente llega a su hogar con escasos quince mil pesos, los que son administrados por su ama de casa: su adorada esposa, que lo acompaña en el paso de los años. Atraído por la sinceridad y humildad que lo conduce, manifiesta su profundo respeto por los turistas, considerándolos como el elemento primordial para su trabajo, cobrándoles el precio correcto; no se deja guiar por las fatídicas ansias de dinero, simplemente hace un trabajo “bueno” creando en el nuevo cliente la sensación de dicha, y no con las perversas intenciones que tienen otros lustradores: “Yo no retiro al cliente, yo hago un buen trabajo para que me vuelva a buscar, mientras que otros los botan cobrándoles más caro. Ese es el secreto que no quiero que se enteren.” 

El negocio de los fantásticos embellecedores de zapatos ha bajado, en la plaza, los mayores clientes eran los políticos poderosos del Consejo, pero su reubicación creo una depreciación de la cantidad de trabajo. Por otra parte, el consumismo desmesurado ha cambiado las costumbres de la sociedad, “Antes la buena presencia de una persona dependía de unos excelentes zapatos de cuero, ahora no: “En otros tiempos yo me sentaba en la caja a las ocho de la mañana y me paraba sino hasta las nueve de la noche. ¿Ahora? Ahora me ‘cabeceo’  del sueño de estar sin hacer nada.”


Emprendedor como típico colombiano, Juan trabaja todos los días de la semana. Los domingos son los mejores días, trabaja a domicilio para la elite del barrio Bocagrande, y aun así, sigue cobrando los mismos dos mil pesos. Y al final de jugarreta, se va a casa con ochenta mil pesos, triplicando lo de un día normal.

Soñador empedernido con la política, una tarea que está unida al poder corrupto: “La política es pura apariencia, el que actúe bien en ese gremio, no come”. La política para Juan, es una labor ligada a los lustrabotas, en una época  llegó a hacer parte de ella en algún día de locura. Anduvo con Javier Cáceres, y vio ante sus sinceros ojos como se “robaban a Cartagena”, llegando a tomar su ‘tajada’ de la repartición de bienes, al ser el amigo de confianza. “A los políticos no hay que creerles, son una mafia; un día me mandaron a botar como cien hojas de vida, increíble como engañan a la gente.” 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Algo me falta, me faltas tú


Algo me falta, quizás el coraje de ser feliz, pero algo me falta. Serás esa gota que basta para que la copa esté llena, pero algo me falta. Algo me falta, quizás el calor de tus manos en mi alma, pero algo me falta. Serás mi salvación y fervor hacia la paz, pero algo me falta… te busco, te encuentro y me pierdo. ¿Qué pasa? Algo me falta. Algo me falta, quizás fe permanente que me impida dar un paso atrás, pero algo me falta. Serás la partícula de oxigeno que me basta para respirar, pero algo me falta. Algo me falta, quizás todo lo que necesito, pero algo me falta. Serás mi única razón, pero algo me falta… te busco, te encuentro y me pierdo. ¿Qué pasa? Algo me falta. Algo me falta, quizás el calmante de tu voz, pero algo me falta. Serás la gloria en las montañas, pero algo me falta. Algo me falta, quizás voluntad para arrodillarme ante ti, pero algo me falta. ¿Qué pasa? Algo me falta. Algo me falta, quizás amor para acabar con el rencor, pero algo me falta. Serás la confianza para emprender mi camino, pero algo me falta. Algo me falta, me faltas tú JESÚS en mi corazón. 

martes, 5 de febrero de 2013

Obesidad Colombiana



La sociedad actual se jacta de la pornomiseria como el pan de cada día. Sin un centavo en los bolsillos consiguen su primer bocado de la mañana: el consumismo. Un desayuno que abruptamente convierte al televidente en un obeso de tiempo completo. Desde el postmodernismo hasta el hoy por hoy, el ser humano se ha convertido en una mercancía. Mercancía que se complace de ver desfilar ante sus ojos las fatalidades del mundo contemporáneo.


Bocadillos como  Geordi Shore, generan emociones ante supuestas realidades vigentes, confiando en el montaje que estos nos presentan. Geordi Shore nos importa desde  el amado cauce de la era del espectáculo: el producto americano e ingles; una realidad que gira en torno al sexo, a la no censura y a la provocación con estereotipos marcados.

Me parece aberrante y absurdo que la sociedad colombiana este gordita, gracias a los postres que vende el capitalismo. Es un poco preocupante por no decir extremadamente atroz, el hecho que un niño de doce años forje su juventud con la ejemplificación de un reality que valora más unos músculos que la cultura intelectual. Y quizás mucho peor,  ufanarse con mujeres que beben licor como el elixir de la vida eterna. Un programa que te manifiesta a gritos: si tienes un par de senos voluptuosos, te gusta la vida loca tipo Ricky Martín y dices mil palabras obscenas por segundo: felicidades, triunfaste en la historia. Sólo me queda decir: agárrense los calzones que esto se pone peligroso.

lunes, 21 de enero de 2013

Somos uno solo, pero somos distintos

Somos uno solo, pero somos distintos.


Somos fe desmedida, pero somos distintos, él invidente y yo experimental.

Somos un error improvisado, pero somos distintos, él escape y yo confrontación.

Somos historia escrita, pero somos distintos, él momentos y yo letras.

Somos melodía adorada, pero somos distintos, él cuerdas y yo percusión.

Somos escalera en ascenso, pero somos distintos, él velocidad y yo pausa.

Somos tiempo de arena, pero somos distintos, él 70’s y yo 90’s.

Somos abrigo protector, pero somos distintos, él clásico y yo vanguardia.

Somos justicia empedernida, pero somos distintos, él discreción y yo precipitación.

Somos guerreros por amor, pero somos distintos, él coraza y yo espada.

Somos uno, pero somos distintos.